He formado parte del equipo de equipos que rediseñó Barcelona, he participado en apuestas inconclusas para La Plata o Mar del Plata en Argentina, me parece fascinante como Medellín atajó la violencia desde la educación y la cultura, Berlín es una ciudad que ha sabido conjugar dos mundos, Roma en el barroco ya inventó el citymarketing…
No me gusta el término yanquie, pero me interesa lo que está en su raíz: cómo transformar una ciudad en un espacio de óptima calidad para la vida con todos los ciudadanos y sus organizaciones. Está al alcance de todas las ciudades. Incluso las más deprimidas. El problema no es el dinero: es de voluntad ciudadana y política con visión de futuro compartido. Y de acción, Sin aplazamientos. Los turistas vienen después, experimentan la ciudad, lo cuentan a otros y repiten. Después de crac financiero provocado por los talivanes del sólo mercado depredador, las ciudades deben repensar su situación y rumbo para asegurar bienestar a todos los ciudadanos y diseñar estrategias que faciliten bien situarse en una economía sostenible, ejes metropolitanos o regionales emprendedores, talento compartido, convivencia, seguridad y democracia en avance. Deben, pues, reinventarse: ser creativas. No es opcional.
He vertido la larga experiencia de trabajo en rediseño de ciudades en un libro muy vivencial:
(1) Marca ciudad. Cómo rediseñarla para asegurar un futuro mejor para todos. Editorial Paidós.
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